Las tarifas del autónomo y el engranaje de la automatización

Los profesionales liberales poco creativos solemos tener tarifas más bien fijas. Por ejemplo, un diseñador gráfico o de webs puede cobrar por horas calculando de antemano el esfuerzo que le puede costar un encargo. Al fin y al cabo, se trata de una labor de creación, más que de transfusión. Por otra parte, un traductor cobrará por palabras (o páginas, caracteres, etc) sobre el original (salvo combinaciones lingüísticas o casos específicos). Traducir, en el 99 % de los casos, es una tarea poco creativa. Es decir, si te pasan una guía de viajes de 5000 palabras y tu tarifa es de 0,05 € por palabra del texto original (es un decir, que nadie saque la escopeta), presupuestarás el encargo por 250 €. Si te pasan una patente sobre bioquímica de 5000 palabras y tu tarifa es de 0,05 €… Un momento. ¿Es igual de fácil pelearse con la guía de viajes que con una patente de bioquímica? En principio, no, aunque depende de la guía, de la patente, de las especializaciones del profesional y de otros factores. ¿Cobraremos lo mismo por el texto A que por el texto B?

Iba a dejar un comentario en la entrada de Olli sobre tarifas y rentabilidad, pero luego he pensado que "esto da para entrada, tú". Y claro, como soy medio catalán, tenía que aprovechar y barrer para casa. El caso es que no todos los encargos cuestan lo mismo de parir, con lo que, con una tarifa fija, unos salen más rentables que otros. Hasta ahí nada nuevo, Olli ya lo ha explicado muy clarito. Pero, ¿qué pasa cuando un cliente nuevo nos pide tarifas generales, así, sin hablar de encargos concretos?

Algunos grandes profesionales, como Miguel LlorensKevin Lossner o Steve Vitek, suelen comparar los traductores que están en la parte superior de la cadena alimentaria e imponen sus condiciones (con cordura) a sus clientes con los que están en la parte inferior de la cadena alimentaria y son sus clientes quienes les imponen condiciones. Por está razón, a los de abajo se les conoce como "bottom-feeders" o esos pececillos que comen los restos que dejan de lado los grandes.

A un cliente nuevo que nos pide tarifas podemos decirle: de tanto a tanto, con un extra de tanto por urgencia o fin de semana y con un extra de tocamiento de pel de narices por referencias múltiples, glosarios inconsistentes, memorias de traducción sucias y sopa de etiquetas. Así nos curamos en salud y sabemos que siempre tendremos la misma rentabilidad, porque siempre cobramos lo que nos cuesta. Ya que estamos, podemos intentar colarle una tarifa por horas reales. Total, probablemente no volvamos a saber de este cliente a no ser que estemos hechos unos verdaderos amos, como este señor del vídeo.


O podemos decirle: mi tarifa típica es esta, pero depende de cada proyecto. Eso está bien, así no te atas a una tarifa y, ante un encargo del infierno, puedes justificar una subida de tarifa. A los clientes más razonables (empresas de tamaño pequeño y medio, habitualmente) no les importará pedirte un presupuesto para cada proyecto. Se nota que te aprecian como profesional único y confían en ti.

Finalmente, está el caso de los clientes menos razonables que quieren saber cuánto les vas a cobrar antes de ofrecerte el encargo. No es que te quieran explotar, al menos no tiene por qué ser el caso, es que su empresa tiene unos procedimientos y todas las partes del flujo de trabajo deben encajar como un engranaje en un mecanismo.


No tiene por qué ser como en Tiempos modernos, claro. Las máquinas están para hacernos la vida más fácil, no para esclavizarnos. Todo depende del uso que se le dé a la máquina. Es como el clásico debate sobre si traducción automática es una amenaza o una oportunidad, debate en que no voy a entrar hoy (pero sí en otras ocasiones).

Los llamados Translation Management Systems sirven para automatizar tareas repetitivas y ahorrar tiempo. Por ejemplo, un gestor de proyecto necesita colocar un encargo de cierta combinación lingüística, cierta especialidad, cierto formato de trabajo, cierto plazo y cierto presupuesto. Filtra proveedores de su base de datos con algunos de estos criterios y sale una lista, que quizá incluso prioriza a los que ya han trabajado con anterioridad en proyectos relacionados. Con esta lista de candidatos, se pone en contacto con quienes encajan mejor en el perfil y encuentra uno que acepta el encargo. En este ejemplo, el traductor no acabaría engullido por la despiadada máquina.

El problema, claro, llega cuando estos sistemas se usan para hacer el MAL. Por ejemplo, no se aceptan traductores por encima de cierta tarifa. Si llega un día en que quieres subir tu tarifa, el sistema te lo impide y solo te queda darte de baja del sistema, aunque probablemente te sigan espameando con ofertas de basura. O todos los traductores que cumplen el criterio básico (combinación lingüística), reciben el mismo correo y el primero en aceptar la oferta con un clic se lleva el "premio". El resto se encuentra con que la oferta ya no está disponible dos minutos después de recibirla, algo muy frustrante. Esto es tratar la traducción como una mercancía más, como una commodity, que se compra al peso y que da igual quién la oferte, con lo que la tarifa es el único factor decisivo y siempre habrá alguien que cobre menos que tú. Y no hay nadie más barato que el sobrino del jefe, que pasó quince días en Dublín.

Si damos una tarifa más o menos fija, es más probable que tengan a bien incluirnos en su base de datos y tenernos en cuenta para futuros encargos, al saber de antemano si entramos en su presupuesto o no. Es lo que hago yo: algunos encargos salen más rentables que otros. Si veo que no paran de enviarme marrones, entonces ya negocio una subida de tarifa con el cliente o me busco otro cliente si esto no es viable.

¿Hay alguien en la sala que solo dé presupuestos opacos y se niegue a dar precios por palabra orientativos? Seguro que sí, dad un paso al frente, que los peces chicos no os comemos.

Comentarios

  1. Amén a todo, Sr. Bacells :).

    De hecho, el mal uso de los sistemas de TMS es especialmente sangrante. Muchas grandes de la traducción aplican algoritmos a sus proveedores autónomos para provocar una bajada de tarifas, de forma que si uno baja unas centésimas de euro, la tarifa general baja y a los proveedores que traducen con una tarifa por encima ya no se les llama. Malas prácticas, aunque qué se puede esperar de gente que la traducción le interesa un huevo de pato y lo único que quiere es ganar dinero y cumplir con los accionistas...

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  2. ¡Qué grande, Olli! No tenía ni idea de que los grandes utilizaran algoritmos propios de ventas (Amazon) o de la bolsa (brokerbots). Cada vez tengo más claro que acabaremos en apocalipsis económico, hundidos por nuestros propios bots estúpidos a los que hemos dado el poder de mover montañas. Los hijos de los hombres no serán mutantes, serán econobots intentando estafarse entre ellos y viviendo en una simulación.

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  3. ¡Estupenda entrada, Jordi!

    Supongo que todo depende también de si nuestro cliente es agencia o cliente directo, ya que con una agencia va a ser difícil negociar tarifas según el tipo de proyecto así de primeras. No obstante, lo bueno de trabajar con agencias es precisamente que ganaremos confianza con sus gestores de proyectos (o al menos así debería ser, es lo que a mí me pasa), así que a veces sí que podemos renegociar la tarifa para algún encargo en concreto, como he hecho alguna vez cuando la tarifa por palabra no era suficiente porque tenía que tener en cuenta mil cosas o porque hacer un glosario de 100 palabras no es lo mismo que traducir 100 palabras "normales".

    Por mi experiencia suele ser mejor trabajar con clientes pequeños, donde no tiran de base de datos, sino de gente en la que confían. Quiero creer que hay muchos de esos. :)

    Un saludo,

    Pablo

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    1. Exacto, lo que comentaba se aplica a agencias y no a clientes directos. Con clientes directos te van a apretar en el precio final (presupuesto), mientras que las agencias te van a apretar en el precio por palabra.

      Y dicen que las agencias pequeñas son las mejores, siempre que no haya demasiados intermediarios, que a menudo solo son pasapapeles.

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  4. Ah, ¿pero hay traductores que pueden poner sus tarifas? Pensaba que eran seres míticos como los unicornios o leyendas urbanas, como la chica de la curva...

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    1. No son unicornios, yo conozco unos cuantos. Es cosa de oferta y demanda y quién necesita más a la otra parte.

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  5. Genial, Jordi. Pero... ¿qué podemos hacer los traductores ante esto? ¿Mantener unas tarifas (flexibles y rentables) a pesar de las triquiñuelas de los clientes grandes? ¿Y si pasan de nosotros porque viene alguien detrás que se conforma con menos? Está claro que existen clientes serios que valoran nuestro trabajo pero, ¿cómo podríamos demostrar al resto que la calidad está por encima de muchas otras consideraciones? Preguntas, todo preguntas XD

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    1. Los clientes grandes (agencias) difícilmente trabajarán con un proveedor que no les dé tarifas fijas. Cosas de la automatización y la eficiencia administrativa.
      Pero ya digo, hay que mirar la rentabilidad: a veces ganamos y a veces perdemos. Lo malo son los clientes que nos tratan como "mira, se lo paso a este, que se come todos los marrones a la misma tarifa". En estos casos, hablar o puerta.

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  6. A mí me parece absurdo dar tarifas fijas. Yo jamás doy una tarifa fija, salvo que me pidan "en general", y les advierto que solo puedo confirmar el precio visto el trabajo. Me tomo la molestia de explicarles las cosas y me entienden. Es como si yo llamo al fontanero y le digo "¿Cuánto cuesta cambiar un grifo?". Pero si viene y ve que mi grifo está soldado al caño, tendrá que cortar los azulejos, poner mampostería, y hacer unos trabajos mucho más caros y complicados. Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Si dices que algo cuesta X sin verlo y luego te lo mandan, estás jodido.

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    1. Entiendo que no todos los encargos cuestan lo mismo, claro: a veces se gana y a veces se pierde. Siempre se puede dar una tarifa fija base y luego negociar cuando te ofrecen un encargo poco rentable: "es que ahora estoy ocupado con otras cosas, pero puedo cumplir tu fecha de entrega si me subes a tanto".

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  7. Un cliente que solo busca precio es un cliente que en el futuro dará problemas. Es mejor invertir el tiempo en buscar mejorar nuestra prospección de clientes a perder el tiempo con alguien que solo busca, con perdón de la expresión, la puta más barata

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    1. No creo haber hablado en ningún momento de tarifas bajas, sino de tarifas con una rentabilidad variable.

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  8. Buena entrada Jordi. Estoy de acuerdo con que es mejor no dar tarifas fijas para no pillarse los dedos a posteriori. Pero a veces, si un cliente es frecuente, la guía turística compensa el manual de ingeniería de otro día y no hay que andar negociando tarifas y aceptando presupuestos todo el tiempo.

    Solo una cosa sobre el artículo, en mi opinión no solamente hay gestores de proyectos que usan sus sistemas de gestión para hacer el mal, también hay muchos que simplemente los usan mal. Desde que se están popularizando me llegan muchos mensajes que se nota que han salido de un sistema de esos, a veces erróneos, a veces con las direcciones de todos los demás destinatarios a la vista, con el título del mensaje anterior, etcétera; un montón de alarmas que a mí personalmente me dicen "huye" casi con tanta claridad como un "best rates".

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    1. Exacto, a veces compensa con clientes habituales. Solo hay que mirar que no te tomen el pelo con "a este le paso todos los marrones, que para eso tiene una tarifa fija". Si deja de ser rentable, hablar o puerta.

      Los casos que comentas de malas prácticas de gestión no se debe a los sistemas de gestión, sino a despistes con el copia-pega y la reutilización de correos/documentación. Este tipo de errores es precisamente una de las cosas que evita un sistema de gestión, al no reutilizar texto. Vamos, que los fallos que comentas le pueden pasar hasta a un traductor que es un despiste o que va de bólido.

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  9. Hola Jordi, creo que has puesto el dedo en la llaga. No obstante, los traductores sí que podemos establecer nuestras tarifas. De hecho, aunque tengo tarifas orientativas publicadas, nunca les he hecho mucho caso.
    Para mi no existe un precio fijo de traducción/palabra, puesto que cada proyecto tiene sus variables, que todos conocemos. El precio de una traducción es aquél que, alto, bajo o de competencia desleal, quieran convenir el cliente y el traductor. No hay más. Incluso he trabajado con una agencia extranjera, muy seria en sus relaciones profesionales, que me dijo de subir la tarifa/hora para las revisiones, porque en su país lo que aquí sería considerado una tarifa alta, allá les parecería una tarifa «poco profesional». Dicho y hecho. Lo bueno (o malo, según se mire) del caso, es que el cliente final de la agencia alemana, era un cliente español. Y, con esto, está todo dicho. Lo que un cliente local no está dispuesto a pagar aquí, sí que está dispuesto a pagarlo en el extranjero.

    Para mí, el gran problema es de ubicación y de seriedad profesional. Por ejemplo, si trabajas en España, puedes aprovecharte de los costes comparativos con otros países más desarrollados, al igualvque otros países menos desarrollados compiten en precios con nosotros.

    Pero, en cuanto a seriedad profesional, esto ya es otro cantar. Estoy de acuerdo con Roy: un cliente, que «sólo» busca el mejor precio y no otros factores como la calidad o la excelencia, a la larga es un cliente problemático. No merece la pena gastar ni medio segundo con ellos, a menos que no te quede otra opción. Por eso, un servidor apenas trabaja con clientes o agencias locales. No es que lo haya buscado, sino que, por decirlo así, no me ha quedado otra. Al fin al cabo, se lo agradezco sinceramente, porque, a fin y a la postre, no han hecho más que beneficiarme.

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    1. Lo que un cliente local no está dispuesto a pagar aquí, sí que está dispuesto a pagarlo en el extranjero.

      Me gusta. A veces somos un poco fatalistas: "así va el país", "esto solo pasa en España", pero creo que tienes razón. Si lo vende un alemán será mejor que si lo vende un español, aunque lo fabrique el mismo proveedor. Es como el "esta tele es japonesa, es buena", cuando casi todos los componentes los fabrican y montan en China: otra cosa será la imagen de marca o los procesos de calidad, claro.

      Ya le digo a Roy que no hablo de "mejor precio", sino de tarifas fijas y búsqueda de la rentabilidad. Y esto se aplica a agencias medianas-grandes, no a clientes directos o microagencias, que tiran más de presupuesto final según cada caso.

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  10. Exacto, Pablo. Es que ese cliente que solo busca precio, si uno le da prioridad, acabará dependiendo de él y acabaremos siendo sus empleados, a pesar de que en realidad la sartén por el mango la teníamos nosotros, y se la entregamos voluntariamente. Uno sabe lo que vale su trabajo, y si no puede competir con las LACRAS que hay pululando por la red, tendrá que ofrecer ALGO aparte, que no se "traduzca" en dinero (calidad, servicio, tarjetitas de colores o un imán para la nevera). Pero desde luego, jamás se debe depender de un gilipuertas, o acabarás siendo como él. XD

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  11. +1 por lo bien expresado que está, Jordi, y por tratar el tema peliagudo.

    Estoy de acuerdo en algunos puntos; en otros, no. Pero creo que se debe a que lo enfoco de otra manera, así que explico mi enfoque en lugar de cotejar tu texto punto por punto con mis puntos (xP).

    Hay varios elementos que influyen en la rentabilidad de un encargo y en cada encargo la prioridad de esos elementos varía. A ver si me explico.

    A bote pronto, cito algunos elementos que influyen en la rentabilidad de nuestro trabajo de traducción; creo que algunos no se suelen tener en cuenta al hacer presupuestos tanto como deberían: cliente directo/agencia, texto general/especializado, formatos, uso de herramientas específicas, probabilidad de incidencias, probabilidad de aprender, probabilidad y plazo de cobro del encargo. Hay más. :)

    Dependiendo de cuál sea tu objetivo y tu situación profesional en el momento del encargo potencial, darás más importancia a uno de esos elementos o a otro.

    Ejemplos rápidos:

    -Una agencia te pasa un proyecto inglés-español de 15.000 palabras a realizar con Trados, te facilita glosarios, TM actualizada, te paga a 30 días, hace 15 días que no te entra un encargo y 2 meses que no te pagan lo que te deben, tu velocidad de mecanografiado es muy alta: 0,045/palabra te puede interesar.

    -Un cliente directo te pasa 40 vídeos de 1 h en castellano sin guión para subtitular en castellano y catalán y dice que los quiere en 4 semanas y que te paga 7500 euros a 90 días. ¡Cuánta pasta junta en un mes! Pero necesitarás unn grupo de trabajo de 3-4 personas que sepan transcribir, traducir y/o subtitular de forma impecable en una herramienta común o con revisión posterior, que trabajen en ello a tope un mes y que se tendrán que coordinar. También hay que contar el tiempo de gestión de los archivos de vídeo, por su peso y por su variedad de formatos de salida. En cualquier caso, al final hay que repartir esa pasta. Pues igual si te pones a hacer números y sin necesidad de recurrir a cuánto sale por palabra, ya se ve que es un encargo esclavo que probablemente no te salga a cuenta.

    Conclusión: yo no practico lo de las tarifas fijas. Sí que practico los presupuestos rápidos orientativos y EXPLICATIVOS sobre una base, y con "base" me refiero a que veo el material en sí o a que someto al cliente a un tercer grado sobre todo lo que necesito saber para valorar el encargo. De esta forma, todos contentos: yo entro en su sistema y el cliente conoce mis procedimientos y dónde reside el valor de ese trabajo de traducción.

    Lo ideal y más óptimo, pues, es la superhipermegaespecialización. Además de ser la clave perfecta para explotar bien los recursos que tienes, si estás especializado, las hipótesis y los criterios para determinar presupuestos y tarifas se reducen, y tienes el escenario de encargos posibles más controlado. Oh, qué bien, pues superhipermegaespecialicémonos. Uhm, espera: ¿es recomendable? Y ya sea recomendable o no, ¿te interesa a ti personalmente?

    Hala, engordando el saco de preguntas de Ana, jajaja. Pues sí. ¡Queda mucho en el tintero! Aunque espero haber aportado algo de chicha.

    ¡Saludos!

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    1. Pues sí, los factores que comentas son vitales para saber si un proyecto es rentable o no. Mi entrada iba sobre todo orientada a las agencias de tamaño medio-grande, más que a clientes directos o a agencias pequeñas con buenos clientes directos. Como a los clientes directos hay que educarlos, hay que currarse una labor de ventas y de presupuestación más amplia y específica. En cualquier caso, es necesario valorar el tiempo que te llevará el trabajo para saber si sale a la cuenta un encargo y por cuánto lo puedes hacer.

      Recuerdo la primera vez que vi a Xosé Castro, hace unos 9 años en la UJI: cuidado con superhipermegaespecializarse, que si, por lo que sea, el sector revienta, te quedas a dos velas. Puso el ejemplo de una huelga en el sector del doblaje español o algo así, que dejó comiendo pasta con tomate a los que no tenían al menos una segunda especialización. Vamos, como la huelga de guionistas en EE. UU. de hace unos añitos que se llevó por delante alguna que otra serie de TV.

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  12. ¡Hola a todos!

    Madre mía cómo está el patio. :P

    En mi opinión, está claro que todo el mundo busca lo "bueno, bonito y barato". Uno lo hace cuando va al supermercado y un cliente lo hace cuando busca un traductor.

    Yo no indico tarifas fijas, precisamente por lo que ha dicho Marta, hay demasiadas variables en la ecuación como para salir airoso del intento y cobrar lo justo y necesario. Sin embargo, en ocasiones no te queda más remedio porque es lo que te piden. Y ahí tienes dos opciones, o pasar del cliente porque puede ser que su único interés sea que le cobres dos céntimos, o darle algo orientativo y presentárselo como tal. Sin embargo, lo primero, a priori, no tienes por qué saberlo. Puede ser que te pida las tarifas simplemente por calcular.

    En definitiva, hay millones de tipos de textos distintos como para establecer tarifas fijas... pero también hay millones de tipos de clientes y circunstancias como para negarse a establecerlas. Lo que está claro es que uno siempre tiene que ser consecuente consigo mismo en cada situación y establecer sus propios límites. Gente que se vende barata siempre va a haber y clientes que los prefieran a ellos también... por desgracia.

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    1. Una vez más, no he hablado de tarifas bajas, sino de tarifas fijas. Que los clientes se guíen solo por la tarifa más baja poco tiene que ver: al fin y al cabo, se pueden guiar solo por el presupuesto más bajo. Lo importante es que confíen en que el servicio que les ofreces bien vale lo que les pides.

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