Llevo un mes con ganas de comentar una noticia que parece haber pasado desapercibida en la blogosfera traductoril y correctora. Prefería que hablara de ello alguien con más conocimiento, pero al final tendrá que hablar un niñato sobre el tema.
Hace un mes Google actualizó el corrector ortográfico inglés de su paquete ofimático Google Docs. Ahora ya no se basa en un diccionario estático y con actualizaciones puntuales (ya sea comunitario como Hunspell/OpenOffice o formal como MS Office), sino que aprende de las búsquedas de los usuarios y de los textos que encuentra al peinar internet. Si se escriben y se buscan ciertos términos, esos términos se añaden al diccionario. Y, ya que está, aprende a relacionar unos términos con otros cercanos, algo que ha aprendido a hacer con los modelos lingüísticos construidos para Google Translate y con las autocorrecciones de búsqueda. En Google se aprovecha todo, como con el cerdo.
Foto CC-BY 2 de Paul Lowry |
Vamos, es una mezcla entre corrector ortográfico y gramatical, solo que inteligente y con aprendizaje automático. Un Skynet de la lengua. Se puede decir que el corrector aprende de nosotros, que le damos de comer. Como con Google Translate, que confunde Amsterdam con Londres o Samsung con Motorola o la lía parda con el japonés. O como Google Search, que Bush es un fracasado miserable y que en la SGAE son unos ladrones. Pues va listo si se fía de los humanos, que nos equivocamos o intentar engañarle.
Mi bro Miguel Llorens comentaba que la importancia de una buena ortografía y gramática es relativa y también que a veces es mejor no ser tan académico y aceptar lo que quiere la mayoría. Al fin y al cabo, ¿te pagan las facturas tus clientes o la RAE/Fundéu? Claro que también está la responsabilidad del traductor (creación de neologismos o adopción de barbarismos) de la que ha hablado a veces Xosé Castro: ¿correo electrónico o e-mail? Hay que encontrar un término medio entre contentar al cliente y no pegarle demasiadas patadas a la lengua. Yo tengo uno (de electrónica profesional) que quiere que ponga compás en lugar de brújula, por ejemplo.
Pero no nos olvidemos de que no todos tenemos el mismo trasfondo y las mismas opiniones. Por ejemplo, a Eva y a Yeyu les patea leer "soporte técnico", dicen que tiene que ser "asistencia técnica". Para mí, la asistencia técnica es solo una parte del soporte técnico. Personalmente, intento respetar lo que me diga Fundéu siempre que no me parezca demasiado papista (marketing, en redonda y sin acento, por favor) o contradiga los deseos del cliente.
Pero me desvío del asunto, que esto no va de corrección, sino de normalización o aceptación. Recientemente a la RAE le han empezado a llover críticas: que si sexista, que si tacaña, que si chanchullera. La RAE no es una empresa pública, la subvencionan desde empresas privadas a comunidades autónomas. Creo que la Fundéu hace mejor trabajo, con rapidez, precisión y modernidad. La financian no solo BBVA y la Agencia EFE, sino también empresas privadas que van desde Hermes a Telecinco. En la Fundéu hay orden y eso se nota en la calidad de sus recursos.
Y luego está el corrector de Google, al que no le hace falta saber nada de corrección lingüística, simplemente escuchar lo que dice internet y aprender. Al fin y al cabo, mil millones de moscas no pueden equivocarse, ¿no? Pero no, no puedo ser tan demagogo: creo que el corrector inteligente ayudará más de lo que molestará. Vamos, tendrá una relación señal-ruido positiva, como Google Translate o la autocorrección de Google Search. Al igual que Fundéu, es solo una herramienta, útil en manos de profesionales, potencialmente terrible en manos de lusers. ¿Y qué mejor que un traductor que sepa manejar bien su herramienta?
Pero me desvío del asunto, que esto no va de corrección, sino de normalización o aceptación. Recientemente a la RAE le han empezado a llover críticas: que si sexista, que si tacaña, que si chanchullera. La RAE no es una empresa pública, la subvencionan desde empresas privadas a comunidades autónomas. Creo que la Fundéu hace mejor trabajo, con rapidez, precisión y modernidad. La financian no solo BBVA y la Agencia EFE, sino también empresas privadas que van desde Hermes a Telecinco. En la Fundéu hay orden y eso se nota en la calidad de sus recursos.
Y luego está el corrector de Google, al que no le hace falta saber nada de corrección lingüística, simplemente escuchar lo que dice internet y aprender. Al fin y al cabo, mil millones de moscas no pueden equivocarse, ¿no? Pero no, no puedo ser tan demagogo: creo que el corrector inteligente ayudará más de lo que molestará. Vamos, tendrá una relación señal-ruido positiva, como Google Translate o la autocorrección de Google Search. Al igual que Fundéu, es solo una herramienta, útil en manos de profesionales, potencialmente terrible en manos de lusers. ¿Y qué mejor que un traductor que sepa manejar bien su herramienta?