viernes, 7 de febrero de 2014

¡Que vienen los robots! ¡Cojan sus profesiones y huyan!

Decía Isaac Asimov en los 80* que los robots provocarían grandes trastornos sociales en el futuro, conforme fueran reemplazando trabajadores. Década sí, década también, grupos de profesionales se quedarían en la calle porque una máquina haría su trabajo más barato/más rápido/con más calidad que ellos. Ciertos futuristas optimistas (puede que Asimov entre ellos, no recuerdo) afirmaron que esto no supondría un problema, más bien al contrario: los humanos tendríamos más tiempo libre porque las máquinas se encargarían del trabajo sucio. Y quien dice robots o máquinas, dice software. Pero claro, en un sistema capitalista, el que no produce, no come. Conclusión: si tu trabajo lo puede hacer mejor una máquina, más te vale que te busques otro trabajo.

Lo que me lleva a este artículo de The Guardian sobre cómo los ingenieros (léase «programadores») de Google llegan más lejos, más alto y más fuerte que los diseñadores. La idea es dar con un tono de azul que haga que los usuarios pinchen más en los enlaces. En lugar de preguntar a un diseñador experto, hicieron pruebas. Dividieron el azul en muchos tonos y asignaron cada tono a un grupo de usuarios, que participaron en el estudio sin saberlo: el grupo que más clics atrajese es el que tenía el azul más atractivo. Con esta técnica se calcula que ganaron 200 millones de USD más. Ahí es nada. Dame suficientes datos y moveré el mundo, que diría Google. En la práctica: el trabajo de un diseñador lo hizo una máquina, mucho mejor de lo que él podría haberlo hecho. Y claro, de ahí el comentario de un diseñador jefe de Google que se largó de la empresa: «Hace poco participé en un debate sobre si un borde tendría que tener un grosor de 3, 4 o 5 píxeles y me pidieron que demostrase mi elección. No puedo trabajar en un entorno así; me he cansado de pelear por tales nimiedades. En el mundo hay retos de diseño más interesantes».

Obviamente los diseñadores no están obsoletos, pero las máquinas más listas pueden hacer el trabajo de los diseñadores menos preparados en ciertos contextos. Incluso de los más preparados, como en el caso anterior. Así, ese diseñador experto tiene que buscarse otro nicho en el que sí aprecien su trabajo. Si las máquinas te comen el terreno por abajo, tendrás que hacer trabajos más selectos, a los que estas no lleguen… todavía. A lo que vamos. ¿Puede una máquina traducir mejor que un humano? Hoy en día, en general, no. Sin embargo, en ciertos contextos lo hace suficientemente bien. Si bien una máquina puede equivocarse de una forma mucho más espectacular que un humano, ciertos errores típicos de un humano no los comete una máquina. Pero hoy no estamos debatiendo quién la tiene más larga. Hazte una pregunta, joven traductor: ¿qué pasa si dentro de 5 o 10 años alguien da con la fórmula mágica para «traducir a máquina» textos técnicos y tus clientes ya no te necesitan?

¡Corred, insensatos!
Seguro que piensas que es imposible. ¿Qué crees que pensaría hace 10 años ese diseñador que decidió largarse de Google? Exacto. Imagínate si me caló hondo lo que dijo @ollicarreira hace unos meses que todavía lo recuerdo: «yo me levanto todos los días pensando qué haría si mañana Google inventa un traductor perfecto. Y me pongo a pensar». Bueno, estoy parafraseando, que no soy una máquina ;) Yo estoy especializado en traducción técnica (informática, farmacia, ingenierías varias) y últimamente hago bastante jurídica (mercantil y civil, sobre todo), pero de vez en cuando hago traducción para doblaje y subtitulación. No es lo que mejor se me da, para qué nos vamos a engañar, pero lo he intentado y me gustaría seguir formándome y mejorar.

Desde mayo de 2013 hasta este mismo domingo he trabajado de community manager, perdón, social media manager. Vamos, que he llevado las redes sociales, he escritos artículos especializados, he actualizado la web y he contestado el correo para cierta editorial. Ha sido un trabajo interesantísimo en el que he tocado muchos palos y he aprendido mucho sobre el mundo de la edición y el marketing, pero he preferido dejarlo para centrarme en lo mío, ya que después de todo ese tiempo no he alcanzado la suficiente eficiencia. Algún día me gustaría dedicarme también a la formación y a la asesoría, y de vez en cuando me gano algunos euros por esto último. El caso es que he intentado abrir nuevas vías de negocio que se escapan de mi zona de confort. Yo no quiero quedarme obsoleto como un móvil antiguo, los lunes al sol. ¿Y tú?

*Nota: No he encontrado referencias exactas a los ensayos de Asimov que menciono, pero @angeldominguez me ha pasado una lista de ensayos de este visionario con buenos candidatos: «Disassembling the Assembly Line», «The Robots are Coming», y «Filling the Brain Gap», entre otros. Lástima que no sean fáciles de conseguir. Supongo que en su día los leí reciclados como prólogos a algunos de sus cuentos.