sábado, 12 de junio de 2010

Consumo responsable y boicots

Cada cierto tiempo aparecen noticias sobre los trabajadores de la fábrica donde se hacen los productos de consumo de Apple, seguro que habéis oído hablar de ello. Que si los trabajadores trabajan como mulas, que si cobran cuatro duros, que si no pueden hablar mientras trabajan, que si no pueden ir al aseo cuando quieren, etc. Que si un trabajador extravió un prototipo de iPhone, los de seguridad le metieron caña y se acabó suicidando por no poder soportar la presión. Últimamente ha salido la noticia de unos trabajadores que se han suicidado por no poder soportar la presión de las condiciones de esclavitud que sufren en la fábrica.
Cuando se habla de estas vergüenzas, invariablemente el dedo acusador apunta a Apple. Me duele defender a la demoniaca Apple, pero el caso es que estas fábricas son de una empresa taiwanesa llamada FoxConn, que, cosas de la vida, tienen otros clientes aparte de Apple. Entre otros, fabrican consolas para Nintendo y Sony, ordenadores HP... y el Amazon Kindle. Yo he tenido ordenadores HP, tengo la Wii y la NDS de Nintendo, pero esta vez he conseguido evitar el mal... ¿o no?
Sé que los ebooks de Sony se fabrican en China (a diferencia de mi antiguo ebook, que se fabricaba en Japón) y no me sorprendería que mi recién comprado PRS-300 se haya fabricado en FoxConn. El caso es que estuve investigando y no encontré referencia alguna a que así sea, por lo que puedo decir que he hecho lo posible para evitar financiar a esta panda de negreros.
Hace unos meses vi un documental austriaco llamado Nosotros Alimentamos el mundo (enlace a vídeo íntegro). La premisa fundamental es que un grupo cada vez menor de megaempresas controlan la cadena alimentaria de la mayoría de productos que encontramos en el súper. Desde las semillas, hasta la compra a agricultores, distribución, venta al por mayor, etc. Los monopolios (o holdings, o cualquier otra forma de control del mercado) son una forma muy útil de explotar a proveedores e imponerse ante clientes. En este caso, eso significa peores condiciones para agricultores y menor elección para el consumidor. Unos amigos míos han decidido boicotear a Nestlé, cuyo presi sale al final del documental de un maléfico subido diciendo cosas muy feas.
Recuerdo la última matanza en Gaza, de diciembre de 2008 a enero de 2009, cuando ONGs y activistas pidieron el boicot a productos israelíes. Vagamente, me suena que empresas israelíes tenían una presencia importante en cosméticos y en agua embotellada. En mi estancia en Irlanda sólo encontré albahaca fresca importada de Israel, y debo confesar que un par de veces compré.
Aunque no siempre cumplamos, creo que esta creciente consciencia del consumidor y preocupación por la procedencia de los productos es algo positivo. El cambio del consumidor de un ente pasivo que todo lo acepta a un cliente respondón y exigente es algo que alimenta la competencia y espabila a las empresas. ¿O estoy siendo un idealista y este tímido cambio de paradigma es sólo un espejismo y yo estoy hecho un radical y un abraza-árboles?
Si como consumidores, vamos siempre a lo más barato sin preocuparnos de dónde viene, luego, como traductores, no debería extrañarnos que los señores clientes nos hablen de comoditización, palabro abominable donde los haya.
Por comoditización, las cabezas pensantes de la industria entienden que la traducción, compuesta por las equivalencias que transfieren un significado de una lengua a otra, es una simple materia prima, como el carbón o el cobre. Y lo que tienen las materias primas es que son intercambiables, da igual de dónde vengan, que son fundamentalmente iguales. Siguiendo esta argumentación, afirman que el factor diferenciador es ser el más barato para llevarse el gato al agua. La calidad se sobreentiende. Obviamente, esto es una tontería como un piano, pero se convencen de que esto es así entre ellos y nos la clavan cuales trileros, dónde está la bolita, dónde está la bolita, zasca.
La próxima vez que vayáis a lo más barato, sin comparar, sin ver de dónde vienen los productos y servicios, ateneos a que vuestros clientes hagan lo mismo cuando escogen un traductor.

jueves, 10 de junio de 2010

Ebooks (capítulo 4): experiencia cerrada, pero perfecta vs. experiencia abierta pero limitada

Hace un par de meses extravié mi añejo ebook Sony PRS-500 en un avión y ya no volví a saber de él. Digo añejo porque tenía ya 3 años y medio, y eso en tecnología es el siglo pasado. A pesar de que los modelos actuales lo habían superado en ciertos aspectos, mi Sony Reader distaba mucho de estar obsoleto. Funcionaba perfectamente para mis necesidades, aunque la carga de la batería ya no era lo que antaño fue. Por muy tecnófilo que sea un servidor, no podía justificar pasarme a una chica más joven un modelo actual.
Al perder mi querido ebook conseguí leerme un par de novelas en el móvil, pero ya no soy un jovenzuelo y la pantalla retroiluminada del móvil no hace de la lectura una actividad demasiado agradable. No me malinterpretéis, soy todo un snob, pero cuando la necesidad apremia puedo leer un pbook (libro de papel, ¡toma contraneologismo innecesario!) como el que más. Pero no hay nada como un buen ebook de tinta electrónica.
El caso es que llevaba un mes consultando varias webs especializadas poniendo en la balanza los pros y los contras de varios modelos, e incluso preparé una comparativa según mis necesidades. Se podría decir que estos cacharros pueden dividirse entre gama baja (hasta 200 EUR), media (alrededor de 250 EUR), alta (hasta 300 EUR) y ridícula destinada a profesionales (de 300 EUR para arriba). Centrándome en la relación calidad precio (lo que estaba dispuesto a desembolsar para cubrir mis necesidades), la batalla quedaba limitada entre el Amazon Kindle y el Sony PRS-300.
Del Amazon Kindle ya he hablado en otra ocasión y sigo pensando lo mismo. Sin embargo, la tentación del lado oscuro es grande y la carne es débil. El Kindle tiene a su favor el diccionario inglés de serie (e intercambiable), el subrayado y la toma de notas (no válidos en PDFs), la librería integrada y, lo más importante, rumores insistentes de conexión a Internet sin límites (hasta ahora sólo se puede visitar la Wikipedia inglesa). En su contra tiene la librería integrada, la actitud chulesca y prepotente de Amazon (sólo superada por Apple) y la incompatibilidad con el estándar del mercado, el ePUB.



Kindle 2

Cuando digo que la librería integrada es un punto a favor y en contra a la vez, me refiero a que comprar un ebook es muy fácil. Demasiado fácil. Enciendes el ebook, escoges un título, haces click en el botón de compra y, zas, te desaparecen 9 EUR de la cuenta. Han conseguido que comprar un ebook sea más fácil que piratearlo. Pero, para mí, sigue sin valer la pena. Otro día cuento por qué.
Por otra parte, el PRS-300 o Sony Reader Pocket tiene como punto a favor el precio: entre 80 y 90 EUR menos, según la fluctuación del cambio dólar - euro. No tiene diccionario, ni notas, ni librería, ni Internet, incluso tiene una pulgada menos de pantalla. Por otra parte, tener 5" en lugar de 6" y faltarle un teclado físico lo hace más portátil: me cabe en el bolsillo de cualquier pantalón. Para leer novelas voy que me mato: utilizo el móvil como diccionario y unas hojas más boli que he colocado de forma estratégica en la funda del cacharro. Estoy muy satisfecho con mi compra.

Sony Reader Pocket


Los ebooks vendidos por Amazon son una variación del formato MOBI. Sólo Amazon vende ebooks en este formato. No se puede leer ebooks protegidos por cualquier otro sistema DRM en el Kindle. Por otra parte, los ebooks de Sony sólo pueden leer ebooks protegidos por el DRM de Adobe, implementado sobre PDF y sobre ePUB, el estándar del mercado. La diferencia reside en que prácticamente todas las e-librerías venden ebooks con el DRM de Adobe, por lo que la competencia es mucho mayor con este formato. Por ejemplo, el almacén digital español Libranda de venta al por mayor funciona(rá) con el DRM de Adobe, al igual que lo hará Google Books y muchos otros vendedores menores ya lo hacen. En cambio, si tienes un Kindle le tienes que comprar los ebooks a Amazon.
(Obviamente, esta explicación es una simplificación. Puedes cargar ebooks del dominio público, o con licencias abiertas, o comprarlos sin protección DRM, o incluso reventar la protección anticopia para leer tus ebooks donde te dé la real gana, aunque según el país donde residas esto último podría ser ilegal. El caso es que si quieres comprar ebooks con DRM sin calentarle la cabeza, la oferta de Amazon no es una buena opción.)
El Kindle per se es muy bueno, pero hay que leer la letra pequeña. A la larga, una opción no ligada a una e-librería particular sale más a cuenta. Dejo para otro día ver si vale la pena comprar ebooks con DRM.