He encontrado un vídeo que demuestra lo que ya es posible hoy día. No es en tiempo real, el reconocimiento de voz sólo funciona con unos pocos idiomas, la traducción deja mucho que desear, pero... Funciona.
Como traductor, no puedo esconder que esta gran revolución silenciosa me da miedito. Ya me olía que Google iba a revolucionar el sector cuando vi este vídeo hace más de un año, pero su progreso es apabullante.
Y aquí vuelvo a lo que comentaba al principio de la primera entrada de esta serie. La experiencia de traducción en Google es "suficientemente buena", pero ¿para qué? De momento, en ciertas combinaciones de idiomas, sirve para "gisting", es decir, para comprender un texto (ahora sin importar el soporte) y siempre para uso personal. No veo a empresas confiando la traducción de sus contenidos de marketing a Google, ni a profesionales, políticos o directivos olvidándose de los intérpretes, ni al usuario medio digitalizando sus documentos para pasarlos por Google. Pero sí veo a empresas automatizando procesos con sus Knowledge Bases (Microsoft ya lo hace), o su soporte vía chat. Incluso la traducción instantánea de software instalado en local sería técnicamente posible combinando el API de Google Translate con el archivo de recursos lingüísticos dinámicos que se utiliza en ciertos lenguajes de programación.
Los consultores, expertos y empresas de servicios lingüísticos que apoyan la TA afirman que un fácil acceso multilingüe a la información ampliará el mercado haciendo ver a los usuarios la necesidad de una traducción de calidad en ciertos contextos. Ésa es su excusa, su justificación o su esperanza. Porque si los traductores comenzamos a ser una especie en extinción, los siguientes son ellos.