Consumo responsable y boicots

Cada cierto tiempo aparecen noticias sobre los trabajadores de la fábrica donde se hacen los productos de consumo de Apple, seguro que habéis oído hablar de ello. Que si los trabajadores trabajan como mulas, que si cobran cuatro duros, que si no pueden hablar mientras trabajan, que si no pueden ir al aseo cuando quieren, etc. Que si un trabajador extravió un prototipo de iPhone, los de seguridad le metieron caña y se acabó suicidando por no poder soportar la presión. Últimamente ha salido la noticia de unos trabajadores que se han suicidado por no poder soportar la presión de las condiciones de esclavitud que sufren en la fábrica.
Cuando se habla de estas vergüenzas, invariablemente el dedo acusador apunta a Apple. Me duele defender a la demoniaca Apple, pero el caso es que estas fábricas son de una empresa taiwanesa llamada FoxConn, que, cosas de la vida, tienen otros clientes aparte de Apple. Entre otros, fabrican consolas para Nintendo y Sony, ordenadores HP... y el Amazon Kindle. Yo he tenido ordenadores HP, tengo la Wii y la NDS de Nintendo, pero esta vez he conseguido evitar el mal... ¿o no?
Sé que los ebooks de Sony se fabrican en China (a diferencia de mi antiguo ebook, que se fabricaba en Japón) y no me sorprendería que mi recién comprado PRS-300 se haya fabricado en FoxConn. El caso es que estuve investigando y no encontré referencia alguna a que así sea, por lo que puedo decir que he hecho lo posible para evitar financiar a esta panda de negreros.
Hace unos meses vi un documental austriaco llamado Nosotros Alimentamos el mundo (enlace a vídeo íntegro). La premisa fundamental es que un grupo cada vez menor de megaempresas controlan la cadena alimentaria de la mayoría de productos que encontramos en el súper. Desde las semillas, hasta la compra a agricultores, distribución, venta al por mayor, etc. Los monopolios (o holdings, o cualquier otra forma de control del mercado) son una forma muy útil de explotar a proveedores e imponerse ante clientes. En este caso, eso significa peores condiciones para agricultores y menor elección para el consumidor. Unos amigos míos han decidido boicotear a Nestlé, cuyo presi sale al final del documental de un maléfico subido diciendo cosas muy feas.
Recuerdo la última matanza en Gaza, de diciembre de 2008 a enero de 2009, cuando ONGs y activistas pidieron el boicot a productos israelíes. Vagamente, me suena que empresas israelíes tenían una presencia importante en cosméticos y en agua embotellada. En mi estancia en Irlanda sólo encontré albahaca fresca importada de Israel, y debo confesar que un par de veces compré.
Aunque no siempre cumplamos, creo que esta creciente consciencia del consumidor y preocupación por la procedencia de los productos es algo positivo. El cambio del consumidor de un ente pasivo que todo lo acepta a un cliente respondón y exigente es algo que alimenta la competencia y espabila a las empresas. ¿O estoy siendo un idealista y este tímido cambio de paradigma es sólo un espejismo y yo estoy hecho un radical y un abraza-árboles?
Si como consumidores, vamos siempre a lo más barato sin preocuparnos de dónde viene, luego, como traductores, no debería extrañarnos que los señores clientes nos hablen de comoditización, palabro abominable donde los haya.
Por comoditización, las cabezas pensantes de la industria entienden que la traducción, compuesta por las equivalencias que transfieren un significado de una lengua a otra, es una simple materia prima, como el carbón o el cobre. Y lo que tienen las materias primas es que son intercambiables, da igual de dónde vengan, que son fundamentalmente iguales. Siguiendo esta argumentación, afirman que el factor diferenciador es ser el más barato para llevarse el gato al agua. La calidad se sobreentiende. Obviamente, esto es una tontería como un piano, pero se convencen de que esto es así entre ellos y nos la clavan cuales trileros, dónde está la bolita, dónde está la bolita, zasca.
La próxima vez que vayáis a lo más barato, sin comparar, sin ver de dónde vienen los productos y servicios, ateneos a que vuestros clientes hagan lo mismo cuando escogen un traductor.

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